Me llamo Marcelo Cavari...

Soy Marcelo Cavari, tengo 49 años de edad, divorciado desde hace varios años y sin intenciones de casarme de vuelta. Estupideces. Trabajo atendiendo un restaurante de mi propiedad que más bien parece un bar. Un muladar. Allí veo pasar todos los días comediantes, bailarinas y grupos fracasados pidiéndome alguna fecha para presentarse en el escenario. Me da igual quien se presente con tal que jale gente y consuman lo suficiente para mantenerme de pie en este miserable mundo.

Lo he visto todo, lo he probado todo. Todos me respetan y no hay nadie que se meta con el viejo Marcelo Cavari, dragón de los siete mares. He sido marino durante varios años hasta que salí por un problema con la ley... maté a un hombre. Se lo merecía. Es una parte oscura de mi pasado que nadie conoce ni conocerá, sin embargo es por ese motivo que terminé de cantinero en la ciudad de Brooklyn, distrito de Nueva York..

Soy un maldito flaco, flaco pero panzón. Tengo el cabello lacio con raya al costado con el pelo cubriendo mi frente. Mi rostro es delgado, mis ojos pequeños. No veo bien y por eso suelo usar lentes de lunas ahumadas. Mi nariz es aguileña y tengo un bigote crecido que se embarra a menudo con la espuma de la cerveza.

Suelo vestirme con las camisas viejas que tengo y con los jeans que aún conservo que me heredó mi padre.

Soy hijo de Giuliano Cavari y Marga Serrat. Mi padre me golpeaba, y a mi madre le fue muy mal por defenderme. Ambos descansan en paz. No hay mucho que decir de ellos, el fue mecánico y mi madre mesera.

Vivo solo en un muladar cercano al Johan´s pub, mi negocio, maldito negocio que me mantiene atado a los mismos borrachos y las mismas prostitutas de todos los días. Al menos las prostitutas me dan el sexo necesario que todo hombre necesita, y claro de vez en cuando escuchan mis problemas. Al menos eso esta mejor que aguantar a mi mujer ya que ella me tenía harto con las mismas crisis histéricas todos los días. No la aguanté así que nos hicimos la vida imposible durante varios años hasta que terminamos divorciándonos. Estoy mejor ahora .. si se le puede llamar mejor a levantarse todos los días oliendo a axila, mirándome al espejo y viendo como me hago más calvo. Pero no me importa, al fin y al cabo todos tenemos vellos, pelos, aliento y un hueco en el trasero que cada uno usa a su manera.