La historia de ayer

1999

           Estoy al borde de la locura, atravesando un intenso agotamiento nervioso que solo las drogas hacen soportable. Ahora solo deseo con todas las fuerzas de mi alma morirme de una maldita vez para no seguir viviendo atormentado por ese indescriptible horror. Estoy temblando y no puedo evitarlo, se que en cualquier momento esas criaturas salidas probablemente de los cráteres más profundos del infierno vendrán nuevamente.

                Todo empezó cuando mi viejo amigo de la infancia, Adrián Ellefson, volvió de Sudáfrica luego de culminar sus estudios de arqueología. Hacía seis años que no había vuelto a saber de él y me alegró mucho el verlo nuevamente.

                Una vez establecido en la ciudad me invitó a conocer su casa , en donde tenía un pequeño museo personal que había instalado. Una pieza me llamó la atención. Se trataba de una estatuilla de piedra pulida con una imagen aterradora que hubiese estado fuera inclusive de la imaginación más pervertida y morbosa sobre la faz de la tierra. Era una abominación con forma parecida a la de un feroz mandril con pequeñas alas atrofiadas de murciélago  de aspecto decrépito y grotesco. Donde en el tórax se le podían contar las costillas. En los ojos contenía un par de piedras preciosas que brillaban en la oscuridad.

                Hubo algo en esos ojos que me dejó medio hipnotizado, quizá alguna especie de embrujo maligno que se me presentó a través de esa mirada espantosas visiones que me alejaban de la realidad.

Sentía como todo se ponía oscuro  y mi cuerpo caía a un abismo infinito. Sabía que la vida existía en algún lado  pero en ese momento era una sensación ajena a mí.

                De pronto  el sentido de la vista volvió a mí para mostrarme un embrutecedor espectáculo: era una cruz y en ella se encontraba un hombre amarrado, clavado y torturado. Vi a su alrededor y habían otros dos hombres en el mismo estado ...indudablemente se trataba de Jesucristo.

                Fue entonces cuando un agujero se abrió al lado de la cruz y un fétido olor el ambiente como húmeda podredumbre cadavérica.

                Empecé a vomitar pero me detuve cuando vi salir del hoyo a unas atroces bestias de aspecto infeccioso y enfermizo inspiradas seguramente en la más asquerosa corrupción orgánica de la naturaleza.

El miedo que sentí fue indescriptible, se me helaron las venas y un intenso fuego atravesaba mi esófago, mientras que los animales –por llamarlos de algún modo- subieron por la cruz y empezaron a lamer con sus obscenas lenguas babosas el cuerpo del cadáver. Una en especial se posó sobre su hombro para lamer la sangre derramada por la corona de espinas, y en un ataque de rabia empezó a mordisquearle el ojo izquierdo hasta vaciar el globo ocular, desgarrándolo por completo.

                Ese fue el inicio del satánico festín. Todos desgarraban pedazos de piel y carne lanzando ensordecedores aullidos y chillidos como de ratas rabiosas. Algunas de las monstruosidades en su profano festejo se mecían en las extremidades de Jesús como intentando fornicar.

                Yo estaba estupefacto, temblando y llorando de miedo pero no podía moverme ni gritar. Alguna fuerza extraña  me mantenía en aquel estado.

                Mi horror máximo llego a su límite cuando el más grande de los demoniacos animales se me acercó a una velocidad furiosa y me derribó contra el arenal. Pude sentir claramente su repugnante aliento putrefacto cuando me dijo balbuceando: “Tu alma nos pertenece”.

                No se cómo lo logré pero un grito lleno de espantosa locura logró salir de mis pulmones trayéndome violentamente a la realidad a través de tubos de luces.

Cuando pude abrir mis ojos me encontré nuevamente en la habitación donde  Adrián tenía sus reliquias. Yo estaba bajo el peso de una gran tensión nerviosa, con la frente empapada de sudor y las manos temblorosas sosteniendo la estatuilla.

Adrián notó mi alteración nerviosa preguntándome si algo andaba mal. Yo aún llevaba dentro todo el horror y no podía explicarme lo que había sucedido. Me quedé callado hasta que pude salir del momentáneo shock.

Adrián volvió a preguntar, no pasa nada  – le respondí-. Temía que tomara por delirante mi relato asi que lo guardé y no mencioné nada al respecto.

                Estaba inmensamente confundido. No sabía si en realidad todo eso había sucedido o fue un raro episodio de delirio asi que le dije a Adrián que me sentía un poco cansado y que debía retirarme.

                Camino a casa me puse a pensar en lo sucedido, las calles estaban vacías y oscuras, de pronto pasó un animal cruzando raudamente la calle... se trataba de un maldito gato. Me di cuenta que mi estado mental era el de un psicótico. Necesitaba un buen descanso.

                Pasados unos tres meses ya me había olvidado del tema y me encontraba más relajado. Atribuí esas alucinaciones a algún problema de estrés producido por la falta de reposo.

                Me encontraba en la cocina preparando alimento para mi perro. Ese día le había prestado algo más de atención debido a su comportamiento un poco extraño.

Había estado ladrando toda la noche y aún lo seguía haciendo desde la mañana y  la bulla  se empezaba a tronar desquiciante.

Cuando fui a dejarle su alimento extrañamente todo estaba en silencio y mi perro no estaba. Lo llamé pero no venía, fue entonces cuando sentí ese fétido olor otra vez y oí los atormentadores chillidos. Empecé a temblar y a sudar frío, no sabía qué hacer ni a dónde ir. El silencio era absolutamente enloquecedor y podía oir mi agitada respiración.

Caminé lentamente hacia la puerta de salida con un terror escalofriante que me corría por las venas.

Grité como un desquiciado cuando sentí que algo se tropezó conmigo por detrás. Volteé a ver y me encontré con mi perro, fue bueno encontrarlo sano de modo que seguimos avanzando hacia la puerta, pero las cosas no fueron nada fáciles pues me desesperé por completo cuando me percaté de que los cerrojos estaban bajo llave.

Afuera ya se veía el cielo oscurecer y las densas nubes grises dejaban caer una intensa lluvia. De algún modo podía sentir la presencia del mal.

Lo único que se me ocurrió en ese momento fue encerrarme en mi cuarto hasta que todo pasara , asi que fui al segundo piso donde se encontraba mi habitación y me encerré con mi mascota.

Derrepente todo fue producto de mi imaginación – pensé -, quizá creí sentir un olor que no había y por casualidad debía haber dejado la salida bajo llave. Tal vez solo son esporádicos ataques de pánico – me dije a mí mismo-. Debo estar volviéndome loco.

Me había autosugestionado a sentirme más tranquilo y me disponía a abrir la puerta  ... que estúpido fui al pensar que nada sucedía en aquel momento.

Mi perro empezó a temblar y a convulsionarse atrozmente cuando de pronto una garra abrió la piel de su estómago para salir por ahí. El pobre animal gritaba y se retorcía defecando coágulos de sangre, vomitando bilis mientras le destrozaban el cuerpo por adentro.

“Tu alma nos pertenece” dijo, antes de reventar por completo. Yo quedé horrorizado y corrí desesperado, bajé rápidamente las escaleras, tropecé, rodé, caí al suelo, sentí un mordiscón en el hombro, golpeé al animal y lo boté, y la salida que no se abría. Salian bestias de todos lados, cogí una silla, la arrojé contra la ventana, trepé por ella, resbalé, me corté las manos con los vidrios, salté al jardín, caí en el barro, y las bestias que me perseguían y yo que me desangraba.

De la tierra empezaron a salir cientos de ellos, abominables, asquerosos!, me tenían acorralado, saltaban hacia mí y me mordían, me desgarraban, me desmembraban. Yo me movía, los pateaba pero eran decenas de ellos y no pude hacer nada así que me dejé morir.

Ya no sentía dolor, pero si sentía la lluvia cayendo sobre mi rostro. Lo último que vi fue mi brazo, separado de mi cuerpo, siendo devorado por esas satánicas criaturas. Después todo se puso oscuro ... y vi a mis amigos, vi a mis hermanos mirando televisión, a mi padre enseñándome a escribir de pequeño. Eran imágenes nubladas, a veces sin sentido. Vi a mis compañeros de colegio, profesores de la universidad.

Luego apareció la imagen de mi madre enseñándome a caminar, dándome un beso y diciéndome que me quería. Después la vi levantándome para llegar temprano al colegio: levántate –me decía- , despierta.

Levántate...

Hijo despierta...

Levántate...

Despierta...

Despierta...

DESPIERTA...

                Lentamente pude abrir mis ojos y la oscuridad se iba yendo poco  a poco. Me encontré en la cama de una clínica con el cuerpo sano y sin heridas. Era Adrián quien me despertaba.

-          ¿Adrián que pasó? –pregunté-

-          ¿En serio no recuerdas nada?

-          No, dime ¿qué fue lo que sucedió?

-          Resulta que ayer estabas en mi casa viendo unas piezas antiguas cuando  sin motivo aparente te desmayaste. Luego llamé a una ambulancia y te los médicos te trajeron hasta acá. No te preocupes, no es nada grave, dicen que solo estás un poco anémico y te han recetado unas cuantas vitaminas. El doctor dijo que ni bien te levantases podías ir a casa.

-          No te imaginas los delirios que he tenido, han sido una pesadilla eterna!

-          Tranquilo, solo fueron eso: delirios, ahora todo está bien. Vamos, te llevo a tu casa.

Una vez en mi hogar lo primero que hice fue revisar a mi perro. Se que no tenía sentido, pero necesitaba hacerlo. Al ver que no tenía marcas lo abracé.

Después subí a darme una ducha mientras pensaba en todo lo que había sucedido. Me parecía imposible que solo hubiera pasado un día; que esas enfermizas y endemoniadas criaturas solo hubiesen salido de mi imaginación. Definitivamente era inaudito que en una persona como yo se hayan podido fantasear semejantes imágenes infectadas de perversidad.

Ya cambiado y aseado me dispuse a tomar una siesta y dormí alrededor de dos horas cuando “ese olor” maldito encendió la hoguera de los temores más profundos dentro de mí.

Encontré a mi perro muerto y todas las salidas están bloqueadas. Sé  lo que pasaría si salgo por la ventana asi que ha cargado una pistola, no para defenderme sino para acabar con mi vida de una maldita vez por todas. No acabare en manos de esos hijos de puta!

... estoy temblando y no puedo evitarlo, se que en cualquier momento esas criaturas salidas probablemente de los cráteres más profundos del infierno vendrán nuevamente.

Ahí esta uno! , mirándome a traves de la ventana. Están rasguñando la puerta, vienen por mi!...

El revolver, el revolver !!!